
Podemos hablar de los zapatos como una presencia virtual. El sólo hecho de ver un par nos refiere inmediatamente a una persona, a un hombre, una mujer, un niño, una anciana. No necesitamos ver al individuo para crear una imagen en nuestro cerebro de quien los ha usado. Presencias virtuales, es una propuesta de instalación en espacios abiertos y/o cerrados que parte de esta idea.
Esta instalación consiste en el agrupamiento ordenado de zapatos en un determinado lugar que simularán la presencia de sus dueños. Se pretende entablar un diálogo con el público y con el espacio simbólico, para reflexionar tensiones de orden social, económico, geográfico, y por supuesto, de verdad poética y resonancia metafórica. El carácter de la obra lo determina lo que el grupo quiere expresar, así como la intención y el lugar donde se ubicará, y la disposición que de éstos se haga.


Los estudiantes de secundaria suelen ser un sector de la comunidad poco escuchado, contradictoriamente a la gran necesidad de ellos de hacerse ver, de tener la atención de su entorno. En este caso no hubo un discurso elaborado, se trata más bien de una expresión de vitalidad, de energía desbordante, puede pensarse en un grito para que los volteen a ver, un grito que dice: “Aquí estoy, mírame”.