Sunday, June 26, 2005

Rojo rojo

Cada cuarto de hora sonaba un dichoso reloj al principio me volvía loca pero ahora he decidido ir a casa del vecino y pedirle que acabara con ese ruido, eso estaba pensando cuando me percaté que no habían regado las plantas en varios días, las bugambilias moradas pedían agua a gritos y al escucharla las demás comenzaron a llorar y a quejarse del maltrato y del abandono yo no sabía qué hacer, quería que se callaran pero no me escuchaban así que las ignoré y las dejé solas con la manguera que también lloró como Magdalena, ya se consolarían mutuamente. Fui hacia la cocina a lavar los platos, me gusta mojarme las manos con aguita caliente, dicen que es malo para los huesos pero no me importa, me siento apapachada, lástima que sólo había unos cuantos vasos y no puedo ensuciar algunos porque se lo he prometido al guapísimo doctor del sanatorio, si fuera feo ya estaría yo lavando hasta los árboles del camellón, las cosas que hace uno por una linda sonrisa y por dejar de sentir que el mundo se vuelve un caos. Parecía que el vecino había presentido mis intenciones, el reloj no sonó más.
Dicen que los locos tenemos vidas muy tortuosas, a mi no me parece que sea así, hasta tenemos ventajas sobre los cuerdos porque tenemos acceso a otras realidades, vemos la vida desde varios ángulos y decidimos desde cual queremos hacerle frente, a veces son tantas opciones que parece un enorme laberinto y para entrar amarramos un hilito en el portal, el problema de este sistema es que cuando entramos muchos los nudos son frecuentes y al desenredarlos salimos con el hilo equivocado a un portal desconocido, algunos salen sin saber dónde están, ya preguntarán a algún transeúnte o acabarán en el módulo de información turística; los que deciden buscar su hilo pueden tardar una eternidad ahí dentro, a veces es divertido, conoce uno gente fabulosa, el otro día encontré una señora que era fanática de comprar los zapatos que no tenían par y aquellos que uno ya encontraba inútiles, decía que era como adoptar niños o recoger viejos abandonados, solía conversar horas con ellos, los viejos tienen tanto que contar, he quedado con ella que al regresar a casa le daré unas alpargatas que me han traído de Barcelona y que me han quedado pequeñas, no le han quedado a nadie y creo que estarán mejor con alguien que las apapache y más siendo extranjeras. Tengo que irme alguien jala mi hilo. Gloria 2004

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